viernes, 23 de mayo de 2008

Capítulo I LA DECISIÓN

Luis: papá, yo me voy a la ciudad.
Pablo: a qué mijo.
Luis: me voy a la ciudad, me quedo sonando lo del grupo revolucionario del que nos comentó el emisario.
Pablo: ¿Usted es que es bobo Luis, usted cree que yo se lo voy a permitir?
Luis: A mí no me va a pasar nada, lo único que quiero hacer es trabajar por la justicia, nosotros no tenemos por aquí vivir en los alejados de la ciudad como si no fuésemos de ninguna parte.
Pablo: ¿Usted es que se volvió mal agradecido? Aquí vivimos tranquilos, no tendremos muchas comodidades pero nunca nos ha faltado la comida y el techo.
Luis: Si papá pero yo quiero ser alguien importante, quiero estudiar y vivir en la ciudad.
Pablo: Nosotros no nacimos para vivir en la ciudad, por allá no nos quieren. Además usted no tiene que meterse a esa guerrilla para ser alguien, ellos tienen armas y son peligrosos, lo que usted esta buscando es que lo maten ¿verdad?
Luis: Cómo se le ocurre papá, lo que yo quiero es que las cosas cambien, nosotros no tenemos porque matarnos por unos cuantos centavos mientras otros se enriquecen a cuestas de lo que nosotros cultivamos, el emisario me contó que los bultos de papa en la ciudad los venden cuatro veces mas caro que lo que nosotros…
Pablo: Mire Luís usted de aquí no se va, sepa que nosotros no cabemos en esos problemas, si usted se va, es sin mi consentimiento, su merced ya está muy grande y sabe que es lo bueno y lo malo.
Luis: si papá (asiente)

Después de esto vino una gran pausa y el silencio llenó la habitación…..no nacían las palabras, era como si la razón partiera de las dos partes. Después, recuperado Pablo, llenaría su mente de aquello que no le daba descanso a su alma, aquella tarde siendo él, joven, el traumático recuerdo de la muerte de su madre que se produjo en una de las manifestaciones en contra de los partidos políticos a causa de la estampida por parte de la multitud que corría huyendo de la policía. Es por esta razón que Pablo le pide a Luís, su hijo, que por favor no se dirija a la ciudad para unirse al grupo revolucionario.


Luis ignoraba que le deparaba el futuro y en su afán de controlar la situación, no haría caso a su padre y se enrolaría con las fuerzas revolucionarias de aquel entonces con el fin según él mismo, de hacer justicia.

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