viernes, 23 de mayo de 2008

Capítulo III LA CIUDAD

Para Pablo Antonio la ciudad era un lugar peligroso, siempre recordaba cuando con su padre salieron una noche por amenazas de los “pájaros” así llamados a los bandoleros que contrataban los godos y también porque no decirlo los liberales, para matar personas que no comulgaran con sus ideas y acataran las órdenes.

Para aquel entonces corrían los años 30, Cali era una ciudad pujante, amañadora, fresca, pero no tenía nada que ofrecer a personas del campo pues existía una pequeña élite que eran los dueños y señores de todo lo que en la ciudad había, por eso se fueron a buscar trabajo donde unos empresarios que venían de cuba con el argumento de que esta tierra del Valle del Cauca era óptima para la siembra de la Caña de Azúcar, estos Ingenieros de la agricultura hablaban y negociaban con los dueños de la ciudad para el cultivo de esta planta. Esto era realmente nuevo para Pablo pues don Jacinto su padre nunca le habló de siembra de caña, a la postre tampoco el clima de la finca paterna era de clima caliente.

Estos cubanos trajeron su influencia musical, llegaron con unos ruidos que llamaban sones o son cubano era música muy fuerte como para descansar después de una faena de campo, por eso a Don Jacinto y a su Hijo les gustaba más la de cantina.

Pero Luís era de la nueva generación por eso el creía en el grupo revolucionario no recordaba con exactitud las palabra del emisario pero creía en cada palabra que argumentaba las razones para que se les uniera en la lucha.

Capítulo II Pablo Antonio Murillo

Pablo es una persona de campo, viste botas pantaneras, un sombrero de ala ancha, una pañoleta roja que heredo de su padre, un saco café para que el frió no sea un problema, un machete para arrancar los hierbajos y poder realizar otro tipo de tareas a la hora de sembrar y tiene un perro que llama termópilas que lo acompaña a donde quiera que vaya.La casa de Pablo fue fabricada por él y su padre, utilizaron troncos de árboles que ellos mismos cortaron y aserraron para convertirlos en tablas y colocarlas una por una hasta hacer de ellas su hogar.El clima era igual al de su tierra de origen por eso se quedaron allí junto con su Padre, sin proponérselo fueron los primeros colonos de la región, con el paso del tiempo fueron llegando otras familias también huyendo de las luchas de godos y liberales que sólo desplazaban campesinos a sitios de más difícil acceso y trabajo.

Luis, su hijo nació allí, en esa tierra casi inexplorada en lo alto de la ciudad de Cali donde se oculta el sol, donde según decían algunos que desde arriba se divisaba el mar del pacífico, cosa bella que por los afanes de la vida nunca fueron a investigar y disfrutar. Fue allí donde PABLO ANTONIO MURILLO conoció a Magola una hermosa mujer campesina, laboriosa venida también de familias desplazadas.

Pablo, aún siendo un campesino iletrado era un hombre respetuoso de buenos modales trabajador hablaba poco pero con sabiduría por eso estaba extrañado de las inquietudes de su hijo Luís.

Capítulo I LA DECISIÓN

Luis: papá, yo me voy a la ciudad.
Pablo: a qué mijo.
Luis: me voy a la ciudad, me quedo sonando lo del grupo revolucionario del que nos comentó el emisario.
Pablo: ¿Usted es que es bobo Luis, usted cree que yo se lo voy a permitir?
Luis: A mí no me va a pasar nada, lo único que quiero hacer es trabajar por la justicia, nosotros no tenemos por aquí vivir en los alejados de la ciudad como si no fuésemos de ninguna parte.
Pablo: ¿Usted es que se volvió mal agradecido? Aquí vivimos tranquilos, no tendremos muchas comodidades pero nunca nos ha faltado la comida y el techo.
Luis: Si papá pero yo quiero ser alguien importante, quiero estudiar y vivir en la ciudad.
Pablo: Nosotros no nacimos para vivir en la ciudad, por allá no nos quieren. Además usted no tiene que meterse a esa guerrilla para ser alguien, ellos tienen armas y son peligrosos, lo que usted esta buscando es que lo maten ¿verdad?
Luis: Cómo se le ocurre papá, lo que yo quiero es que las cosas cambien, nosotros no tenemos porque matarnos por unos cuantos centavos mientras otros se enriquecen a cuestas de lo que nosotros cultivamos, el emisario me contó que los bultos de papa en la ciudad los venden cuatro veces mas caro que lo que nosotros…
Pablo: Mire Luís usted de aquí no se va, sepa que nosotros no cabemos en esos problemas, si usted se va, es sin mi consentimiento, su merced ya está muy grande y sabe que es lo bueno y lo malo.
Luis: si papá (asiente)

Después de esto vino una gran pausa y el silencio llenó la habitación…..no nacían las palabras, era como si la razón partiera de las dos partes. Después, recuperado Pablo, llenaría su mente de aquello que no le daba descanso a su alma, aquella tarde siendo él, joven, el traumático recuerdo de la muerte de su madre que se produjo en una de las manifestaciones en contra de los partidos políticos a causa de la estampida por parte de la multitud que corría huyendo de la policía. Es por esta razón que Pablo le pide a Luís, su hijo, que por favor no se dirija a la ciudad para unirse al grupo revolucionario.


Luis ignoraba que le deparaba el futuro y en su afán de controlar la situación, no haría caso a su padre y se enrolaría con las fuerzas revolucionarias de aquel entonces con el fin según él mismo, de hacer justicia.

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