viernes, 8 de febrero de 2008

La Gente de ningun lugar



Pablo Antonio murillo nació en Bucaramanga en 1930, fue concebido y criado por una familia campesina muy humilde que trabajaba la tierra. A finales de los años 30s después de la muerte de su madre emigraron al sur occidente colombiano en busca de mejores oportunidades llegando así a Cali, una ciudad que aunque era pequeña y estaba en un proceso de consolidación como ciudad prometía mucho ya que su clima, los habitantes y la movilidad eran aspectos que tenia a favor.

Cali tenia entonces grandes extensiones de tierra y el padre de pablo, Jacinto murillo, vio allí la oportunidad de poder empezar una nueva vida junto a su hijo. Empezaron entonces a sembrar cultivos de caña de azúcar ya que el suelo era el ideal porque proporcionaba los nutrientes necesarios.

Los cultivos de la familia murillo fueron creciendo al igual que la demanda, Jacinto estaba alcanzando su meta, dejar la pobreza que había precedido en su familia desde hacia cuatro generaciones atrás.

Los godos y los liberales se encontraban en ese momento en disputas, la oleada de violencia que se desencadenaba en algunos pueblos de Colombia se fue propagando rápidamente hacia los demás desacelerando los procesos de desarrollo que cada uno llevaba.

A Cali le llego la época de las vacas flacas, la economía se redujo debido a que miles de personas empezaron a llega en busca de lo que un día Jacinto allí encontró. Jacinto y Pablo se vieron obligados a dejar aquellas tierras y se dirigieron a un lugar donde pudieran vivir tranquilos trabajando la tierra solo para su sustento. Emprendieron pues hacia el occidente, cuesta arriba, caminando por lo que un día se llamarían los farallones de Cali.

Pasaron unos cuantos años, Pablo Antonio ya era todo un joven, trabajaba con su padre en la casa sembrando y distribuyendo sus productos a otras familias de la colonia que se había creado a los alrededores. El cambalache entre las familias era la base fundamental para el sustento, todos trabajaban por el bien común aunque la pobreza y la precariedad de algunos recursos era muy alta.
Pablo era un muchacho muy colaborador y era muy querido por su comunidad, vivió feliz con su familia por muchos años hasta que su padre empeoro para luego dejarle solo. Pablo se valió por si mismo y gracias a sus principios y valores pudo salir adelante.

Pablo nunca olvido las enseñanzas de su padre ni tampoco su relación con su madre basada en el respeto el amor y un poco de machismo, no todo es perfecto. Conoció pues a mogola, una campesina que le hacia tambalear las rodillas. Las soledad de Pablo lo llevo a encontrarse con Mogola dando como fruto la unión libre y con ella Luís murillo su primogénito.

Un día llego un emisario proveniente de la ciudad con panfletos que anunciaban la llegada de un grupo que libertaria a todas las personas del caos político de la época, aquel grupo tenia una ideología libertadora aunque violenta al proponer las armas como mecanismo de defensa.

Luís como todos los jóvenes era impulsivo y le pidió a Pablo que le dejase participar de aquella agrupación ya que el veía con esto una luz de esperanza, la posibilidad de terminar con la situación de su familia. Pablo se opuso rotundamente argumentando que gracias a Dios nunca les había faltado nada en medio de su pobreza, sin embargo Luís se marcho en la mañana a escondidas para la ciudad.

Pasaron varios días, meses y años, Luis jamás regreso. Los grupos ideológicos armados empezaron a cambiar de parecer y dichos ideales libertadores se convirtieron simplemente en delincuencia organizada, empezaron a secuestrar y a despojar a los campesinos de sus tierras y pertenencias, Pablo y su esposa se vieron afectados teniendo así que dejar su hogar y dirigirse nuevamente a la ciudad en busca de una ayuda del gobierno.

Al llegar a la ciudad trataron de dirigirse a las personas para que les orientaran pero no les prestaban atención, transitaban por su lado como si ellos fueran invisibles. Pablo y su esposa buscaron un lugar en la gran urbe para vivir, su hogar era entonces uno de los grandes puentes de la ciudad ya que les brindaba refugio y un poco de calor. La autoestima de Pablo desmejoró notablemente debido al constante rechazo y al hecho de tener que vivir en esas circunstancias después de haber tenido un techo y una vida en el campo.

La memoria de Pablo se nublo y ya no sabia de él, su esposa enfermó de una pulmonía que poco a poco se la fue llevando dejando en soledad a Pablo que escasamente se valía por si solo.

Ahora Pablo transita por las calles de Cali solitario, con una carretilla llena de papel reciclable, su botella de pegante y un montón de sueños rotos, sus años le impiden caminar bien erguido y su memoria como una hoja blanca olvidó a quienes un día le arrebataron todo.

1 comentario:

Narrativas II dijo...

Es una historia muy triste la que cuentas, pero tiene bastantes matices, ahora habría que ver si alguna vez se encuentra de nuevo con su hijo, si esta esperanza que parece perdida va a cambiar de rumbo en algún momento.